Para una aproximación al lugar

En esta nueva entrega de artículos especializados queremos ampliar la mirada y tratar desde un punto de vista paisajístico y urbano una de las excepcionales ciudades en las que tenemos la fortuna de abordar numerosas obras de nuestra oficina en Chile: Viña del Mar. A través del texto de Jocelyn Tillería González y Fernando Vela Cossío de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid, os invitamos a realizar un recorrido histórico urbano con este artículo que originalmente se recoge en el libro El Palacio Rioja, una experiencia de recuperación en Iberoamérica.

El territorio en el que se levanta Viña del Mar formaba parte del valle del Penco, un área que la Junta del Cabildo de Santiago repartió entre Francisco de Riveros el Viejo y Juan Dávalos Jufré, que había pasado a Indias en 1538 y fuera el primer corregidor o alcalde de Santiago.

El título de donación del Cabildo fue notificado por los inscritos en un libro Becerro el día 9 de octubre de 1556, unos quince años después de la fundación de Santiago. Muerto Riveros le sucedió en el dominio del valle del Penco su hijo Alonso de Riveros y Figueroa, un hombre de carácter emprendedor e inclinaciones agrícolas, que plantó una viña en la margen norte del estero Marga-Marga, entre el río y el mar.

A la postre, sería este viñedo el que daría nombre definitivo al lugar, que pasó a llamarse Viña del Mar, tal como consta en el documento de 28 de abril de 1586 en el que la viuda de Dávalos Jufré vende todos sus derechos a Riveros en la comarca por la suma de 150 pesos en oro fundido.

La viña, adquirida años más tarde por el miembro de la Compañía de Jesús, Nicolás de Lillos, fue cuidadosamente cultivada por los jesuitas hasta su expulsión por orden de Carlos III en 1767, pasando a la Hacienda Real hasta 1777, año en que es adquirida en subasta por el general Francisco Cortés y Castavía, transmitiéndose en compra-ventas posteriores hasta llegar a manos de la familia Álvarez. Un modesto caserío comenzó a desarrollarse a partir de la construcción, en 1855, del ferrocarril Valparaíso-Santiago, pero la verdadera transformación del lugar se produce cuando José Francisco Vergara y Echevers (1833-1889) y su esposa Mercedes Álvarez Pérez, con la que había contraído matrimonio en 1859, urbanizaron los terrenos necesarios para la construcción de las calles y el establecimiento de las plazas, la iglesia y los edificios públicos de la futura ciudad de Viña del Mar, de acuerdo al plano trazado y aprobado por las autoridades de Valparaíso el 29 de diciembre de 1874. El 31 de mayo de 1881 se promulgará el decreto de creación de su municipalidad, siendo Presidente de la República el abogado Aníbal Pinto Garmendia (1825-1884).

Leyendo el texto del que es autor el eminente político e historiador Benjamín Vicuña Mackenna (1831-1886), que se encuentra integrado en el libro recopilatorio que se hizo con motivo de la celebración de su centenario en 1931 bajo el título de Crónicas Viñamarinas (1), podemos entender a la perfección la situación y la morfología de esta bellísima ciudad abierta al Pacífico Sur como pocas en su continente.

El asiento topográfico de Viña del Mar, cual lo habrá observado el bañista de la temporada y aún el simple viajero que

lo atraviesa en tren expreso, se halla moderadamente circundado por colinas de regular altura, simples ramificaciones

del sistema montañoso adyacente a todo nuestro litoral, cuán largo es.

De manera que cuando se sale de paseo o excursión a buscar alguna variación de aspecto y de aires -si mejor pudieran

encontrarse que los del mismo pueblo- maquinalmente se dirige uno hacia el norte, atraído por el pequeño y único

ensanche que forma el estero en su desembocadura.

A primera vista aparece el arenal, siempre monótono en su color de crema; mas, a poco andar, tenemos al frente un

verdadero paisaje: una acuarela inglesa, elegante y fina en su dibujo, tímida e indecisa en su colorido.

Como cierros de potreros hay filas en línea recta de sauces de Castilla, cuyo follaje transparente contrasta de un modo

agradable al ojo, con el verde, franco y compacto, del álamo que se alza tupido en vecindad de los corrales y ramadas de 

la hacienda, situados en el centro de la cuenca.

En el invierno las creces, y en el verano las filtraciones del estero, mantienen llena una laguna oblonga en la vecindad

de la playa, que desde la línea férrea parece mas bien un brazo de mar.

Sus aguas son calumniadas de salobres por el vecindario; pero en realidad tienen menos de sal que de dulce, pues si

bien es cierto que el mar le transmite su amargo sabor al través de una angosta faja arenosa que le sirve de dique, del

mismo modo la fabrica de don Julio Bernstein vierte en ella sus azucarados desagües: cuestión y confusión para los 

geoólogos del porvenir cuando anuncien al atónito mundo científico el descubrimiento de un estuario imprevisto, de una

extraordinaria formación de sal y azúcar!

Benjamín Vicuña Mackenna

Y es que, aunque en sus orígenes la ciudad tuvo un importante desarrollo industrial, con la creación de astilleros, azucareras, fábricas para la construcción en hierro y auxiliares de los ferrocarriles, a partir de 1906 irá aumentando su carácter residencial y de balneario, convertida en destino preferente para el descanso de las clases acomodadas de las ciudades de Valparaíso y Santiago.

Figura 1. “Plano de la bahía de Valparaiso”.

Fuente: Gay, Claudio “Atlas de la historia Física y Política de Chile”, tomo I. París: Imprenta de E.Thunot y Cª, 1854. p. s/n.

Los poco más de 2.000 habitantes que tenía en 1875 se habrían multiplicado hasta alcanzar casi 30.000 hacia 1910, año que señala un fuerte periodo de crecimiento y desarrollo, que consolida la ciudad como centro costero hasta principios de los años treinta, en los que se dejarán notar los efectos de la Gran Depresión.

Ya en la Breve Descripción de la República de Chile, que editó Brockhaus en Leipzig en 1901, se recoge como “A un cuarto de hora de Valparaiso se encuentra la pequeña ciudad de Viña del Mar, con 15,000 habitantes, conocida por la benignidad y frescura de su clima. Sus habitaciones y hoteles tienen jardines, donde todo el año se producen, al aire libre y con un primor excepcional, todas las flores de la zona templada” (2). En la magnífica guía descriptiva del territorio de Chile que ofrecía Tornero, en 1872 en su obra Chile Ilustrado, ya insistía en la condición pintoresca que muchos extranjeros habían dado a sus viviendas, rodeándolas de hermosos jardines (3).

Figura 2. Plano general de Viña del Mar 1913.

Fuente: Vera, Abraham y Grossi, José «Álbum de Viña del Mar». Valparaíso: Sociedad Imprenta y Litografía Universo, 1913, p. s/n.

La ciudad en 1924, tal y como recoge el Diccionario Jeográfico (sic) de Chile: “se estiende en las márjenes del curso inferior del estero del mismo nombre i ocùpa 1,5 km2 de superficie al S de él i 1 km2 al N; esta última parte recibe el nombre de población Vergara. Presenta elegantes i cómodas casas, con jardines i huertos, algunos establecimientos industriales, como el de refinacion de azúcar etc i espaciosos hoteles, que se llenan de jente en el verano, atraida por su temperamento benigno i se encuentra a 7 m de altitud i a 7 kilómetros de la estacion de El Baron, de la ciudad de Valparaiso, con la que está unida ademas por un buen camino, que se ha construido a la orilla del mar; trae su nombre de la viña plantada en la orilla N del estero, poco ántes de 1586, año en que ya se hace mencion de ella, la que dió su denominacion a la hacienda que comprendia estos parajes i que fué atravesada por el ferrocarril, que comenzó a construirse en 1855” (4).

Figura 3. Vista aérea ciudad de Viña del Mar.

Fuente: I. Municipalidad de Viña del Mar.

Hoy, con sus cerca de 350.000 pobladores, Viña del Mar es una de las ciudades de veraneo y descanso más importantes de Chile, favorecida por su proximidad al importante puerto de Valparaíso y a la ciudad de Santiago, de la que dista tan sólo 120 kilómetros.

Entre los edificios históricos que la ciudad ha conservado tenemos necesariamente que destacar el Palacio Presidencial de Cerro Castillo (1929), el Palacio Carrasco (1912-1923) y el Castillo Brunet (1923), todos ellos obra del ingeniero y arquitecto franco-portugués Alfredo Azancot (1872-1937), formado en la prestigiosa École nationale des ponts et chaussées de París y afincado en Chile desde 1895, que es también el autor del llamado Arco Británico que se levanta en la Avenida del Brasil de la vecina Valparaíso, donado en 1910 por la colonia británica residente para conmemorar la independencia de Chile.

Figura 4. Vista del incipiente balneario de Viña del Mar, con sus primeras construcciones, año 1905.

Fuente: Fotografía de Félix Leblanc, Museo Histórico Nacional de Chile.

El Teatro Municipal, edificado entre 1925 y 1930 bajo proyecto de los arquitectos Aquiles Landoff y Renato Schiavon, el imponente Palacio Vergara (1910), ubicado en la quinta del mismo nombre y diseñado por los arquitectos italianos Ettore y Alejandro Petri Santini, o el llamativo Castillo Wulff (1908), singular edificio de estilo franco-germánico, son algunos de los monumentos que acompañan al Palacio Rioja (1907-1910) y han dado un señalado carácter patrimonial a esta histórica ciudad jardín.

Figura 5. Detalle vista de Viña del Mar, año 1930.
Fuente: Fotografía de Einar Altschwager, Museo Histórico Nacional de Chile.

Figura 6. Vista de Viña del Mar, año 1930.
Fuente: Fotografía de Einar Altschwager, Museo Histórico Nacional de Chile.

(1) Vicuña MacKenna, Benjamín (1931): Crónicas Villamarinas. Valparaíso: Talleres Gráficos Salesianos.

(2) (1901): Breve Descripción de la República de Chile. Escrita según datos oficiales. Leipzig: Imprenta de F.A. Brockhaus.

(3) Tornero, Recaredo S. (1872): Chile Ilustrado. Guía Descriptivo del Territorio de Chile, de las capitales de provincia i de los Puertos Principales. Valparaiso: Librerías i Ajencias del Mercurio.

(4) Riso Patron, Luis (1924): Diccionario Jeográfico de Chile. Santiago de Chile: Imprenta Universitaria.

Imagen destacada: Paseo en playa Miramar, año 1910. Fuente: Fotografía sin autor, Museo Histórico Nacional de Chile.