La restauración ornamental del palacio Rioja (I)

Para hacer las cosas bien es necesario: primero, el amor, segundo, la técnica (Antonio Gaudí)

En esta entrada os dejamos una parte importante de la intervención realizada para la recuperación y puesta en valor del Palacio Rioja de Villa del Mar, en Chile, desarrollada por los profesionales de Kalam. El artículo, redactado por Javier Latorre Zubiri, del equipo que dirigió los trabajos, se centra la restauración de los objetos y elementos de valor histórico y artístico del inmueble. Este texto junto con otras aportaciones de relevantes profesionales del patrimonio chileno fue recogido en el libro «Puesta en valor del Patrimonio. El Palacio Rioja, una experiencia de recuperación en Iberoamérica» que editó Kalam dentro del marco de su colección de libros sobre el patrimonio iberoamericano. Os iremos desgranando, estas interesantes aportaciones en un conjunto de entradas, que esperamos os agrade leer.

El espíritu con el que hemos realizado los trabajos de restauración de este valioso y bello palacio residencial, tanto desde la perspectiva de la arquitectura como de su decoración ornamental, está presidido por el máximo respeto a la obra edificada, desde el entendimiento de las técnicas tradicionales y el complemento que la restauración científica puede aportar, tanto en la fase de estudio como en el momento de la intervención.

Entre los trabajos realizados para la recuperación de este singular edificio, podemos destacar la restauración del conjunto de elementos ornamentales arquitectónicos, exteriores e interiores, que contribuyeron a embellecer y enriquecer sus jardines, fachadas, muros y techos, y que con esta intervención han recuperado su fisonomía y esplendor primigenio. El arquitecto encargado del diseño no sólo tuvo en cuenta la creación de un espacio habitable, sino que también pensó en ensalzar, mediante el deleite ornamental, la opulencia y clase social de sus propietarios.

1. Introducción la restauración ornamental del Palacio Rioja 

Nos encontramos en un periodo histórico de profundos cambios en lo social y lo económico a los que Chile, y la entonces emergente villa costera, no es ajeno y que afectan a la arquitectura y otras Bellas Artes. Tan es así, que la importancia de los maestros artesanos, elevados en algunas instancias a la categoría de artistas, acompaña la labor de arquitectos, pintores y escultores, dejando su impronta en yeserías, carpinterías, cerrajerías o mobiliario, siendo el Palacio Rioja un claro ejemplo de todo ello.

Fotografía 1. El equipo de Kalam que desarrolló la intervención.

Para estas labores hemos contado con un nutrido grupo de técnicos y especialistas, formados en restauración patrimonial, coordinados por profesionales con amplia experiencia que se han encargado de supervisar e instruir a los equipos distribuidos por los distintos espacios y que han trabajado con diferentes materialidades: madera, dorados, mármol, yesos y estucos. Es en la planta noble del palacio y en sus fachadas perimetrales, además de algunos elementos ubicados en el jardín, como la fuente situada frente al acceso principal y los faroles que iluminan el entorno, donde se concentran los trabajos más delicados y particulares. Se estableció in situ la infraestructura necesaria para poder realizar nuestro cometido, incluyendo talleres de carpintería, moldaje y restauración.

   

Fotografías 2 (izquierda). Restauración y reintegración faltas de madera. Fotografías 3 (derecha). Repaso de uniones y reintegraciones volumétricas en yesos y escayolas.

   

Fotografías 4 (izquierda). Eliminación de suciedad y limpieza química de los semicírculos de madera tallada  dorada. Fotografía 5 (derecha). Tratamiento de acabado en carpinterías móviles de las distintas estancias del palacio.

Tanto cuando intervenimos a nivel arquitectónico como ornamental, las exigencias de un conocimiento profundo de los materiales, en lo relativo a su apariencia y a su estado de conservación a nivel interno o estructural, es fundamental como paso previo a la aplicación de los tratamientos más idóneos, de acuerdo a cada caso concreto, pudiendo así tomar la mejor decisión sobre la conservación o restauración de este tipo de elementos decorativos, que en su mayor parte están insertos en la construcción, formando un todo en el diseño de la edificación. Así nos encontramos con molduras, balaustres, elementos escultóricos figurativos o vegetales, de mayor o menor complejidad, además de maderas talladas y nobles carpinterías, incluidos pavimentos decorativos trabajados con diferentes maderas formando complejos entramados.

Fotografía 6. Estancia y paramentos estado final tras las intervenciones realizadas.

Hay que tener en cuenta la importancia de los acabados en el proceso restaurativo, ya que suponen la piel visible de la edificación, la que refleja el verdadero espíritu e intencionalidad del promotor de mostrar su realidad económica y posición social. Es por ello importante respetar el diseño original, incluyendo la elección del color -respaldado por un riguroso estudio de catas que permitió identificar el cromatismo original-, junto con la recuperación de otro tipo de revestimientos como textiles, dorados, cristalería, rejerías, apliques o lámparas.

Fotografía 7. Restauración de dorados tras estudios cromáticos realizados.

En consecuencia, siendo conscientes de que nuestra cometido debe ajustarse a lo estipulado en el proyecto de licitación, se han aportado soluciones restaurativas que contribuyen a mantener la autenticidad y originalidad de la edificación, potenciando los valores adquiridos en su diseño y planificación, sin incurrir en falsos históricos que desvirtúen su imagen arquitectónica y artística. No obstante, no podemos obviar en la restauración de un palacio como el Rioja que se deben armonizar la conservación del edificio y sus elementos originales, con su función museística, quedando esta última supeditada a la primera, pero sin abandonar su cualidad de patrimonio vivo, lo que favorece su conservación y mantenimiento.

Fotografía 8. Estancia y paramentos estado final tras las intervenciones realizadas.

2. Principales patologías y condicionantes externos

Las lesiones más evidentes en el palacio estaban subordinadas, no tanto por un mal uso o transformación de estructuras originales del inmueble, sino por acción de los efectos destructivos de los terremotos que se producen en la región de una manera recurrente, y en este caso concreto, del último seísmo de gran intensidad ocurrido el 27 de febrero de 2010 y que dañó seriamente el edificio. Su entramado estructural, diseñado por el arquitecto francés Alfredo Azancot para comportarse con cierta flexibilidad ante los reiterados movimientos sísmicos propios de su área geográfica –recordar que ya en 1985 quedó seriamente afectado, requiriendo de una profunda intervención liderada por el arquitecto Patricio Peralta-, no impidió que sus revestimientos y decoraciones quedaran de nuevo seriamente dañados y destruidos con distinta intensidad. La inclusión, en la última intervención datada, de materiales con distinto comportamiento a los empleados en la construcción original también ha tenido su importancia en la respuesta que tuvo la estructura en el momento del último temblor, pero son acciones siempre condicionadas por los efectos que éstos producen. Revocos desprendidos, piezas ornamentales agrietadas y fracturadas, pérdida de volumen e interrupciones en líneas de molduras y carpinterías alteradas y embotadas por superposición de capas de pintura y reparaciones inadecuadas, se pusieron especialmente de manifiesto antes del inicio de los trabajos.

Fotografía 9. Estancia y paramentos estado previo a las intervenciones realizadas.

Cada terremoto ha afectado al palacio de manera diferente, al depender su comportamiento de distintos factores relacionados como la magnitud y velocidad del movimiento, la energía liberada, las características del suelo y la vulnerabilidad de la fábrica. La carga sísmica soportada por la estructura del edificio provoca invariablemente un efecto dominó sobre el conjunto de la arquitectura del palacio, independientemente de la intensidad del mismo, encadenando otra serie de consecuencias importantes que afectan en mayor o menor medida a la estratigrafía arquitectónica de la edificación, y por ende, a los revestimientos y aparato ornamental. Si bien no se presentó un colapso total del edificio -aunque sí ocasionó problemas serios en determinadas partes no estructurales-, el estado general del palacio impedía su habilitación, requiriendo de una urgente evaluación del daño y la toma de medidas para paliar el problema, haciendo prevaler esta circunstancia necesaria para emprender una restauración integral y puesta al día de sus instalaciones museísticas, potenciando sus cualidades estéticas y artísticas, pero sin olvidar su concepción inicial como vivienda residencial. Como consecuencia de los desperfectos provocados por efecto del fuerte terremoto -ocurrido en el borde convergente de la placa de Nazca y la Sudamericana, alcanzando una magnitud de 8,3 Mw-, quedaron gravemente afectadas las condiciones de estanqueidad del contenedor arquitectónico (cubiertas y paramentos exteriores), desencadenando una multiplicación de efectos secundarios que agudizaron los problemas de por sí existentes en la edificación, y con ello, la debilidad y progresivo deterioro de los motivos decorativos interiores y exteriores. Las piezas escultóricas y molduras, no sólo se abrieron y fisuraron, sino que también se desprendieron al perder consistencia material por quedar debilitado el armado y fijación a la estructura. Los elementos ornamentales y acabados son víctimas propicias, ya que es lógico que determinados materiales, como el yeso o el concreto, se fisuren para trabajar ante las tensiones de tracción que se producen durante un sismo.

   

Fotografía 10 y 11.Grietas por desplazamiento y movimiento sísmico en zonas frágiles de la arquitectura que se manifiestan con mayor intensidad en los vértices, encuentros  y elementos decorativos.

En consecuencia, las filtraciones de agua de lluvia y humedades de capilaridad provocaron daños colaterales que afectaron de igual modo a los distintos materiales presentes en la ornamentación. Entre estos procesos, de manera significativa el que conocemos como biodeterioro, un enemigo sigiloso y peligroso que generó en algunas maderas la infestación por hongos (pudrición cúbica), menoscabando con bastante celeridad -se estima que en solo unos meses puede llegar a disminuir la capacidad mecánica de una madera en un 40%- la resistencia del aparato sustentante (entramado estructural y entablillado), como quedó patente en importantes estancias como el salón Luis XV, comedor o tribuna de la orquesta, comprometiendo la decoración que embellece paramentos y techos. Este mismo efecto se observaba puntualmente en el rastrelado de algunos pavimentos de madera, acompañado de posteriores pérdidas materiales de las pequeñas tablillas que conforman el parqué y zócalos, sobre todo en rincones más propensos a la entrada de agua directa. Algo menor, entre las afecciones provocadas por agentes patógenos y en ocasiones en áreas coincidentes con la pudrición por hongos, nos encontramos el rastro dejado por insectos xilófagos, en ese momento inactivo, que por el tamaño y forma de los orificios y características de las galerías podemos identificar como pertenecientes a la familia de los anóbidos y líctidos.

  

Fotografía 12 y 13. Estado de conservación del soporte estructural y revestimientos con degradación física y pérdida de materialidad.

Del mismo modo que la humedad actuó sobre la madera, también lo hizo sobre el yeso y el estuco de cemento, estimulando la aparición de eflorescencias salinas que se manifestaban en el exterior de los revocos, generando la aparición de manchas y fracturas en la superficie mural. El efecto de criptoflorescencia, debido a la recristalización de sales en el interior del poro, que al expandirse disgregan el material expuesto a la humedad y los cambios medioambientales, ocasionó una pérdida de cohesión y deplacado de revestimientos y morteros, que en muchos casos acabaron por desprenderse.

Fotografía 14.  Reintegración de palillaje en aleros perimetrales.

No podemos obviar otros daños de origen antropogénico, resultado de la actividad humana y causados por las distintas intervenciones de renovación interior que se han producido a lo largo del tiempo: remodelaciones estéticas, modificaciones de uso, incorporación de nuevos materiales, etc. Las reparaciones realizadas, no siempre afortunadas, ocultaban en ocasiones otros problemas, agravando la situación por la demora en la toma de decisiones. Desde papel mural a enlucidos de yeso y superposición de capas de pintura que modificaron el colorido original de las distintas estancias nobles, desluciendo la riqueza decorativa recuperada tras la intervención. Incluimos en esta relación la degradación del medio, puesto que los depósitos de suciedad y la contaminación ambiental, debido a las emisiones generadas por el intenso tráfico rodado que se produce en la zona, también producen variaciones en las características físico-químicas de los materiales, acelerando los procesos de degradación y una reducción de sus propiedades de resistencia, estabilidad y morfología.

Resumiendo, podemos afirmar que los problemas y factores de alteración encontrados en relación al aparato ornamental suponen una traslación a la piel exterior de los existentes en los “órganos internos” de la construcción, estando íntimamente vinculados entre sí, como no puede ser de otra manera. Tratándose de una estructura principal de madera flexible, los mayores daños en la decoración se localizaban en las zonas más elevadas del palacio, con menor conexión y con mayor apertura de vanos de iluminación, siendo el vestíbulo y el distribuidor central, además del comedor, las zonas más afectadas.

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